Exámenes anuales orales: suena complicado y lo es
A todos nos ha pasado más de una vez. Mueres por iniciar una nueva actividad, acometer un nuevo desafío o enfrentarte a algo desconocido. Tienes las ganas, la actitud, el ímpetu que se necesita para salir adelante… Pero no sabes qué hacer. No tienes idea de cuál es el primer paso que hay que dar.
Peor aún: te encuentras frente a un reto que ya has encarado en varias ocasiones y de todos modos sigues sin saber, bien a bien, cómo hacerlo de la mejor manera posible.
A los estudiantes de la Escuela Libre de Derecho, mi alma mater y la escuela en la que doy clases, les ocurre este fenómeno con bastante frecuencia. Es más, me atrevo a afirmar con seguridad que les ocurre a todos y cada uno de los alumnos que allí se matriculan, cada año, con obstinada constancia, desde que la escuela se fundó en 1912.
Vamos a hacer una prueba para demostrar si lo que digo es verdad: Que levante la mano aquella persona que sabía de antemano cómo sustentar un examen anual. Nadie, ¿verdad? Me lo supuse. Por eso creo que es importante hablar de cómo presentar un examen en la Libre.
Pero antes de ello, debo abrir un paréntesis para quienes estén leyendo este texto y no tengan una idea por lo menos aproximada de por qué es tan relevante este tema. Explicaré a continuación cómo es un examen anual en la Escuela Libre de Derecho. Si eres estudiante, profesor o egresado de la Libre, puedes saltarte hasta el siguiente subtítulo, sin resentimientos.
Los exámenes en la Libre
El diferenciador más importante de la Libre con relación a las demás instituciones que imparten la carrera de abogacía (o licenciatura en derecho, como le quieras llamar), es que no hay más que un único método de evaluación por materia: un solo examen anual, oral, frente a un sínodo integrado por quien impartió las clases y dos profesionistas más, que pueden preguntar libremente cualquier tema visto a lo largo de todo un año.
No hay exámenes parciales, no hay trabajos o tareas, no hay un sistema para considerar el desempeño en clase, no hay promedios… Nada. Sólo un examen anual y oral por cada materia.
El procedimiento es, más o menos, el siguiente:
Dentro del mismo salón de clases que se utilizó durante el año, el(a) profesor(a) ocupa su silla frente al escritorio y los(as) sinodales se colocan a cada lado. Cabe aclarar que el escritorio está colocado sobre una base elevada respecto del piso del salón, de manera que quien allí se sienta se encuentra en una posición superior respecto de las demás bancas. Todos los pupitres son apilados en la parte posterior del salón, excepto uno que queda exactamente enfrente del escritorio, en una posición más baja que la silla de profesor. Ese es el lugar del examinado.
La prueba da inicio con el repiqueteo de una pequeña campana que indica al alumno que es momento de entrar al salón. Al hacerlo, pide autorización para tomar asiento y, concedida ésta, da comienzo la sesión de preguntas y respuestas. Primero un sinodal y luego el(la) titular de la cátedra.
Una vez que éste último lo considera oportuno, invita al estudiante a abandonar el salón, mientras los sinodales deliberan la calificación, que se asienta en una boleta. El profesor vuelve a tañer la campana, el alumno entra por segunda vez y recibe su boleta para luego retirarse.
Una vez más, el profesor hace uso de la campana, con lo que el proceso se reinicia, ahora con el alumno siguiente.
Y así por cada materia, cada uno de los cinco años que dura la carrera. Al final de todo este largo viaje, un egresado de la Libre que nunca haya reprobado ni repetido una sola materia habrá sustentado poco más de 50 exámenes orales.
¿Cómo presentar un examen?
Como dije, los exámenes anuales orales constituyen el principal diferenciador de la Escuela. Gracias a ellos, la institución forma abogados que no sólo tienen conocimientos técnicos, sino que son capaces de utilizar la palabra para comunicarlos.
A pesar de ello, nadie se toma el tiempo de explicar cuáles son las mejores prácticas para sustentar un examen. Y ese es mi propósito en este artículo.
Bueno, no tanto. Sería imposible abarcar todos los aspectos que debe tomar en cuenta un alumno al momento de ser examinado, por lo que sólo me enfocaré a tres. Los tres que considero más importantes y de los que me hubiera encantado que alguien me hablara durante mis años de estudiante.
Tomaré sin permiso un concepto muy usado en fotografía, donde a los novatos se nos explica hasta el cansancio el «Triángulo de la exposición» (ISO, velocidad de obturación y apertura de diafragma). De modo muy similar, en esto de los exámenes orales anuales podemos hablar del «Triángulo de la oralidad», conformado por aceptar el miedo, saber escuchar y cuidar tu postura corporal.
Ahora te explicaré uno por uno.
Aceptar el miedo
La eterna pregunta que todo estudiante se hace es «¿cómo me quito el miedo al examen?»
Te tengo dos noticias, una buena y una mala. La mala es que el miedo no se quita.
Existen dos clases de miedo: uno que tiene un origen genético, como mecanismo que detona la respuesta a los peligros de la naturaleza, y otro que es aprendido. El primer tipo, sobra decirlo, es imposible de combatir, porque venimos programados de fábrica a sentirlo. El segundo tipo, por su parte, sí puede encararse y vencerse, pero para ello necesitarías ir en contra del entorno sociocultural que lo alimenta, lo que supone mucho tiempo y energía, dos recursos que un estudiante no tiene de sobra en época de exámenes.
La buena noticia que te tengo, por el contrario, es que el miedo no se quita.
En efecto, esto también es benéfico para ti porque el miedo al examen es lo que te permite no confiarte. El verdadero enemigo por vencer no es el miedo, sino el exceso de confianza. Y mira qué curioso, la mejor manera de acabar con la confianza excesiva es el miedo.
Entonces, por paradójico que parezca, el miedo no es tu enemigo, sino tu aliado. Es ese amigo que te ayuda a mantenerte alerta y preparado, es Frankie Fear, como lo llamó Rocky Balboa (sí, ya sé, no viste esas películas porque no son de tu época, pero hazlo. Yo sí las vi a pesar de que se estrenaron varios años antes de que yo naciera y sé que valen la pena).
Así que no debes combatir el miedo, sólo debes evitar que te paralice. Para ello existen tres estrategias muy sencillas:
- Rodéate de gente positiva. Todos tenemos a alguien que se la pasa pensando en el peor escenario posible. Aléjate de esa persona porque, consciente o inconscientemente, dificultará que apruebes tu materia. Mejor busca esas compañías que te mueven hacia adelante, se entusiasman de tu éxito y te dan un empujón de vez en vez. Búscalas siempre, pero más en tiempo de exámenes.
- Pregúntate, ¿qué pasa si sí funciona? Preguntarte la posibilidad de éxito te ayuda a dar el paso. Si enfocas tu mente en la máxima calificación aprobatoria tendrás el ánimo para sustentar y responder correctamente.
- Piensa en tu meta. Estás aquí por una razón, y es que quieres titularte. El motivo por el que quieres ese documento es único y depende en exclusiva de ti. Al tener presente esa justificación personal de por qué quieres tu título te permitirá entender que el nerviosismo de un examen es sólo el pequeño precio que debes pagar por alcanzar esa meta. Ve por ella a pesar de lo que cuesta.
Saber escuchar
Uno de los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, según Stephen R. Covey, es comprender antes de ser comprendido. Parece una obviedad, pero no lo es. La mayor parte de las personas no escuchan con la intención de comprender sino para contestar, están hablando o preparándose para hablar.
El estudiante de la Libre no es la excepción, pues en vez de escuchar la pregunta está pensando en las consecuencias de una mala respuesta o en parecer lo más preparado posible.
Lo que un estudiante necesita al momento de enfrentarse al sínodo es una escucha atenta; prestar atención y centrar toda su energía en verdaderamente comprender qué se le está preguntando.
En el escuchar atentamente está también el saber distinguir dos tipos de preguntas, las concretas y las generales. Cada una de ellas merece un tipo de respuesta distinto: las primeras ameritan una respuesta concreta en tanto que las segundas, una respuesta amplia y estructurada deductivamente, yendo de lo general hacia lo particular.
Así que antes de comenzar a hablar, asegúrate de haber escuchado atentamente y comprendido a cabalidad lo que te están preguntando, pues de ello dependerá la efectividad de tu respuesta.
Por cierto, aquí te regalo un tip de profesor: evita el rollo. Pocas cosas nos enojan más que un alumno que usa la verborrea para intentar vernos la cara. Además, nunca lo logra.
Cuida tu postura corporal
Aunque no lo creas, de ello depende tu estado anímico y la seguridad con que te desenvolverás durante tu examen.
La teoría del feedback corporal sugiere que el cerebro da señales al cuerpo de cómo debe actuar, dependiendo de las emociones que está experimentando, pero esto ocurre también a la inversa: la postura, los gestos y los movimientos permiten al cerebro entender en qué situación nos encontramos.
Si caminas con confianza, te yergues y actúas con naturalidad, el cerebro entenderá que todo está bajo control y que cualquier posibilidad de riesgo es mínima. De esta manera tu nerviosismo disminuirá a niveles controlables.
Por el contrario, si te encorvas, hablas bajo y miras hacia el suelo todo el tiempo, tu cerebro entenderá que estás en una situación de inferioridad y para nuestro cerebro de primate «inferioridad» es sinónimo de «peligro».
* * *
En resumen, ten en cuenta el Triángulo de la Oralidad siempre que sustentes un examen oral. Acepta el miedo pero no permitas que te paralice, aprende a escuchar atentamente y cuida tu postura corporal.
Como podrás ver, nada de esto tiene que ver con el nivel de conocimiento que debes poseer, porque parto del supuesto de que el Derecho te apasiona y que, por ello, has estudiado a fondo tus materias.
Por cierto, el Triángulo de la Oralidad me acompaña siempre porque, aunque no lo creas, un profesor también tiene que controlar su miedo, saber escuchar y cuidar su postura corporal cada vez que se para frente a grupo.
Espero que esto te sea tan útil a ti como lo es para mí.
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Gracias por los tips, cómo dice, cada temporada de lluvias es un reto totalmente distinto al anterior.
¡Gracias por tu comentario, José Mario! Espero te sea útil.
Cuida tu salud desde enero. Es base para estudiar al máximo.
Totalmente cierto, Carlos. Las tres acciones más importantes (por lo menos para mí) son también las más olvidadas: dormir bien, comer bien y hacer ejercicio. Con eso llevamos nuestro rendimiento a máximos sorprendentes.